Si por estos pagos, alguna vez, un caballo
mereció el honor de ser recordado. Con
todos los respetos, ese caballo es, MERLÍN.
Caballo hispano-arabe del hierro de la Segura,
tordo rodao, armónico y muy expresivo. Propiedad de José María Sánchez Vicente.
En 2.015 la reacción a una vacuna contra el resfriado le provocó un
enfosamiento y su posterior muerte.
MERLIN, el mago del reino de Camelot, compartía
nombre con este corcel que encandiló a todos los aficionados que tuvieron el
privilegio de verlo templando entre los astifinos pitones de imponentes toros en
los atávicos encierros de los pueblos de Castilla.
Jaca noble y valiente donde las hubiera, era
MERLÍN; y se manejaba con la misma valía, tanto para correr un encierro en el
sitio más inverosímil, como para tirar con destreza del marathon y hacer revueltas
en un palmo de terreno sorteando los obstáculos con una precisión milimétrica y
si lo veías correr detrás de una becerra
para derribarla, podías dar por seguro que terminaría voltetada y con las cuatro patas por alto .
Y siendo meritorio todo lo dicho anteriormente,
no lo era menos su amabilidad en el manejo, ya que era Melín un caballo sumiso
dispuesto siempre a agradar y a hacer todo aquello que se le pedía, sabiendo lo
que de él se esperaba en cada momento y convirtiendo, por ejemplo, una actividad rutinaria como un plácido paseo con
su dueño y dos de sus hijos a la grupa por entre las centenarias encinas de
Rozacordero, en una experiencia inolvidable.
Me viene a la memoria una mañana de invierno, vísperas de San Blas, en la plazuela del ruedo
siendo un potro apenas desbravao, empinándose de manera reiterada y con
carácter, entiendo que en señal de protesta por ir vestido de clásica, cuando
ya reivindicaba pasar a la historia como un caballo vaquero, pues el ambiente
del lugar requería estar a la altura de los demás y aunque lo hacía en
desventaja, pues era de las primera veces que salía de la pista, ya apuntaba maneras
no amilanándose ante lo desconocido, cualidad imprescindible para ser un gran
caballo como lo era MERLÍN.
Julio
Morcillo Almaraz