viernes, 31 de octubre de 2014

HA PASADO UN AÑO

Hay acontecimientos que no por esperados son menos dolorosos.
Al enterarme de la muerte de un caballista-vaquero, conocido entre la familia del caballo como el Moro, he sentido un desgarro en mi alma de aficionado mundo ecuestre, que me ha empujado a escribir estas cuatro letras:
 1º. Como reconocimiento a quien fuera gran jinete y mejor persona
 2º. Para dar rienda suelta a la rabia que uno siente, a veces, por lo injusta que es la vida y por los marronazos que pega el destino
A favor de querencia, recordaba, escuchando, Puerta del Príncipe de Manolo Sanlúcar.  Puerta, por cierto, a la que estoy seguro vinieron a esperarte, para cruzarla contigo a galope corto, todos los jinetes a los que admiraste a lo largo de tu vida y que como tú ya nos dejaron. Recordaba, repito, una de las primeras veces que hablé contigo, en un paraje campero por excelencia, en el territorio del miedo, donde las confesiones suenan a echadas con voltereta, el lugar era nada más y nada menos que la antesala del miedo, el prao de donde salen los toros que se van a correr en el encierro de Fuenteguinaldo. Con una entereza propia de la gente curtida por el rigor del campo y que me impactó, me dijiste que posiblemente fuera el último encierro de tu vida, ante mi amago de media vuelta sobre los pies, ¡supongo! Me explicaste el motivo. A lo que yo te respondí que no aflojaras el paso, que hasta los peores caballos se arreglan y que seguro seguiríamos viéndonos en aquellos trances muchos años más, y así fue durante algún tiempo. Después dejamos de vernos, pero siempre pensé que era por mis últimas ausencias, no por lo implacable del destino. Hoy estoy seguro que donde quiera que estés seguirás corriendo encierros. ¡Porque fuiste un hombre valiente JOSÉ!
Además, espero porque no puede ser de otra manera, que intercedas por nosotros los encerraores y empujes por derecho, metiendo los riñones para que los encierros de tu tierra no decaigan y vayan cada vez a más, como los buenos jacos que siempre hemos anhelao.

 ¡QUE DIOS TE TENGA EN SU GLORIA!

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