CUENTO:
La insoportable compañía
de las moscas a las que no dejaba parar con el incesante movimiento del rabo,
el color añil con destellos color naranja del horizonte al ponerse el sol, hacían
intuir a la vaca Veleta el final
de su presencia en estos pagos y el comienzo de un largo viaje, a otro lugar
donde pasar el invierno.
La vaca se encontraba rumiando a la sombra de unos alisos; árboles de ribera, que jalonaban el arroyo que discurría desde las altas montañas hasta la parte más baja del valle, dónde estaba sesteando junto al resto del rebaño. Veleta tenía la vista clavada en el sol más grande que jamás había visto, un sol a punto de ser engullido por el horizonte que en los últimos meses había sido su entorno vital.
La mayor preocupación de Veleta no eran las moscas, , sino lo duro que podría resultarle el largo viaje a su becerro de sólo cinco meses y que realizaba el camino de la transhumancia (que es camino que recorren los animales para ir desde los pastos de invierno a los pastos de verano y viceversa) por primera vez
Un camino plagado de dificultades; pues al cansancio de caminar durante el día sorteando todo tipo de barreras, en algunos casos naturales ríos, montañas y en otros artificiales, carreteras, vías ferroviarias, túneles hay que añadir las duras condiciones para recuperar fuerzas para el día siguiente, escasez de comida y agua así como las heladas nocturnas.
La vaca se encontraba rumiando a la sombra de unos alisos; árboles de ribera, que jalonaban el arroyo que discurría desde las altas montañas hasta la parte más baja del valle, dónde estaba sesteando junto al resto del rebaño. Veleta tenía la vista clavada en el sol más grande que jamás había visto, un sol a punto de ser engullido por el horizonte que en los últimos meses había sido su entorno vital.
La mayor preocupación de Veleta no eran las moscas, , sino lo duro que podría resultarle el largo viaje a su becerro de sólo cinco meses y que realizaba el camino de la transhumancia (que es camino que recorren los animales para ir desde los pastos de invierno a los pastos de verano y viceversa) por primera vez
Un camino plagado de dificultades; pues al cansancio de caminar durante el día sorteando todo tipo de barreras, en algunos casos naturales ríos, montañas y en otros artificiales, carreteras, vías ferroviarias, túneles hay que añadir las duras condiciones para recuperar fuerzas para el día siguiente, escasez de comida y agua así como las heladas nocturnas.
Para las personas que tenían que
conducir a este rebaño, formado por doscientas cincuenta cabezas entre vacas,
becerros, bueyes y toros sementales, hasta el lugar donde iban a pasar el
invierno su mayor preocupación era otra, su mayor desvelo era tenerlo todo
dispuesto el día de partir y que no faltara nada para los 30 días que iba a
durar el viaje. Herramientas, aperos, ropa de abrigo, útiles para guarecerse
del agua en caso de lluvia, medicinas y botiquín de curas, alimentos para
personas y animales, calzado de repuesto, guías de los animales.
El grupo de
vaqueros encargados del traslado de los animales estaba formado por cuatro
adultos y el joven Luís, hijo del dueño
del rebaño, que realizaba esta tarea por primera vez; pues se lo habia prometido
su padre al final de la primavera cuando partieron hacia tierras leonesas.
Entonces, Manuel el padre de Luís tenía un buen argumento para convencerlo de que ir
con ellos no era posible, pues empezaba la época de exámenes. Ahora era el
comienzo de curso y su padre había accedido a que faltara un mes a clases en el
instituto, fundamentalmente por dos razones:
- Una, que había prometido recuperar el tiempo que
perdiera de clases.
- Dos, que tenía el pleno convencimiento que la
experiencia le iba a suponer una formación personal muy enriquecedora.
Y vaya si aprovecho el viaje, pues
adquirió conocimientos imposible de conseguir si no es sufriendo o disfrutando
experiencias únicas e irrepetibles.
Luís
un chico de 14 años recién cumplido, de tez morena y ojos verdes, con el pelo
ensortijado y negro como el carbón. Era buen estudiante y amante de la lectura. Desde
que tuvo conocimiento que su padre había aceptado que hiciera este viaje,
había leído todo lo que había caído en sus manos relacionado con la
transhumancia y lo que más le llamó la atención fue la demostración científica
de la transcendental importancia de la misma. Según un estudio realizado por
dos investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Malo y Pablo
Manzano que acompañaron durante la transhumancia de primavera a un rebaño desde
las dehesas de Monfragüe en Cáceres, hasta las cumbres de Brañosera, en la
montaña palentina, analizando minuciosamente cada día el traslado de semillas por
el ganado, pudieron demostrar así definitivamente la inmensa importancia ecológica
de los desplazamientos transhumantes andando por las cañadas: cada día una
oveja traslada y dispersa unas 4.000 semillas, de las que luego germinaran el
30%. Por tanto en una transhumancia de 30 días de duración, recorriendo por las
cañadas 600 km. de valles y montañas, la resiembra de pastizal que realiza cada
rebaño de 1.000 ovejas asciende a más de 100 millones de semillas, fertilizando
el terreno con unas 100 toneladas de abono.
no me gusta el nombre de la vaca, Veleta no me parece bonito
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