jueves, 6 de diciembre de 2012


CUENTO:

La insoportable compañía de las moscas a las que no dejaba parar con el incesante movimiento del rabo, el color añil con destellos color naranja del horizonte al ponerse el sol, hacían intuir a la vaca Veleta el final de su presencia en estos pagos y el comienzo de un largo viaje, a otro lugar donde pasar el invierno.

La vaca se encontraba rumiando a la sombra de unos alisos; árboles de ribera, que jalonaban el arroyo que discurría desde las altas montañas hasta la parte más baja del valle, dónde estaba sesteando junto al resto del rebaño. Veleta tenía la vista clavada en el sol más grande que jamás había visto, un sol a punto de ser engullido por el horizonte que en los últimos meses había sido su entorno vital.

La mayor preocupación de Veleta no eran las moscas, , sino lo duro que podría resultarle el largo viaje a su becerro de sólo cinco meses  y que realizaba el camino de la transhumancia (que es camino que recorren los animales para ir desde los pastos de invierno a los pastos de verano y viceversa) por primera vez

 Un camino plagado de dificultades; pues al cansancio de caminar durante el día sorteando todo tipo de barreras, en algunos casos naturales  ríos, montañas y en otros artificiales, carreteras, vías ferroviarias, túneles hay que añadir las duras condiciones para recuperar fuerzas para el día siguiente, escasez de comida y agua así como las heladas nocturnas.

Para las personas que tenían que conducir a este rebaño, formado por doscientas cincuenta cabezas entre vacas, becerros, bueyes y toros sementales, hasta el lugar donde iban a pasar el invierno su mayor preocupación era otra, su mayor desvelo era tenerlo todo dispuesto el día de partir y que no faltara nada para los 30 días que iba a durar el viaje. Herramientas, aperos, ropa de abrigo, útiles para guarecerse del agua en caso de lluvia, medicinas y botiquín de curas, alimentos para personas y animales, calzado de repuesto, guías de los animales.







El grupo de vaqueros encargados del traslado de los animales estaba formado por cuatro adultos y el joven Luís, hijo del dueño del rebaño, que realizaba esta tarea por primera vez; pues se lo habia prometido su padre al final de la primavera cuando partieron hacia tierras leonesas. Entonces, Manuel el padre de Luís tenía un buen argumento para convencerlo de que ir con ellos no era posible, pues empezaba la época de exámenes. Ahora era el comienzo de curso y su padre había accedido a que faltara un mes a clases en el instituto, fundamentalmente por dos razones:

-    Una, que había prometido recuperar el tiempo que perdiera de clases.

-    Dos, que tenía el pleno convencimiento que la experiencia le iba a suponer una formación personal muy enriquecedora.  


Y vaya si aprovecho el viaje, pues adquirió conocimientos imposible de conseguir si no es sufriendo o disfrutando experiencias únicas e irrepetibles.

            Luís un chico de 14 años recién cumplido, de tez morena y ojos verdes, con el pelo ensortijado y negro como el carbón. Era buen estudiante y amante de la lectura. Desde que tuvo conocimiento que su padre había aceptado que hiciera este viaje, había leído todo lo que había caído en sus manos relacionado con la transhumancia y lo que más le llamó la atención fue la demostración científica de la transcendental importancia de la misma. Según un estudio realizado por dos investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Malo y Pablo Manzano que acompañaron durante la transhumancia de primavera a un rebaño desde las dehesas de Monfragüe en Cáceres, hasta las cumbres de Brañosera, en la montaña palentina, analizando minuciosamente cada día el traslado de semillas por el ganado, pudieron demostrar así definitivamente la inmensa importancia ecológica de los desplazamientos transhumantes andando por las cañadas: cada día una oveja traslada y dispersa unas 4.000 semillas, de las que luego germinaran el 30%. Por tanto en una transhumancia de 30 días de duración, recorriendo por las cañadas 600 km. de valles y montañas, la resiembra de pastizal que realiza cada rebaño de 1.000 ovejas asciende a más de 100 millones de semillas, fertilizando el terreno con unas 100 toneladas de abono. 






1 comentario:

  1. no me gusta el nombre de la vaca, Veleta no me parece bonito

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